De cerca
- Viernes, 03 Octubre 2014 08:37
Autor: Joxemi Saizar Arostegi. Lotura
Se trata de un personaje sin un protagonismo especial en la guerra y que, como muchos jóvenes de aquella época, se inscribieron como voluntarios para luchar contra el bando sublevado. Era mecánico, hijo de enterrador. Se quedó huérfano cuando todavía era joven. Obtuvo el grado de capitán con tan solo 21 años. Tras combatir en el frente, fue encarcelado durante la guerra y durante el franquismo. Sin embargo, si en algo destacó “Tximela” fue en el bersolarismo.
Autor de excelentes versos tanto improvisados como escritos, participó en diversos concursos y publicó sus obras. En una época en la que la comunicación era complicada, los versos de “Tximela” representan un testimonio y un punto de vista diferente de aquellos años turbios.
Una vida dura
Luis Rezola Arana nace en Tolosa el 24 de agosto de 1914. Fue el quinto de seis hermanos. El apodo “Tximela” le viene de su abuelo, oriundo del barrio de Izaskun, porque tenía el rostro muy arrugado. Se trata de un mote y de una familia conocida en Tolosa, ya que aparte de ser bertsolari, también fue puntista. El padre de Luis fue enterrador en el antiguo cementerio ubicado en el barrio Arramele inicialmente, y en el nuevo cementerio de San Blas posteriormente. Luis tenía un año cuando la familia fija su residencia en el mencionado barrio. El cementerio se conocía popularmente como “la huerta de Tximela” Estudia en el colegio de los Escolapios, pero comienza a trabajar a los 13 años porque su padre fallece un año antes. Empieza a trabajar en Tornillería Goñi, al cabo de dos años entra en la fábrica de tornillos Zuaznabar de Arramele y cuatro años más tarde en Talleres Aduna. Para completar su formación, acude a clases nocturnas después de finalizar su jornada laboral. Hace el servicio militar en San Sebastián, Palencia y Alcalá de Henares.
En 1936 ingresa como voluntario en las milicias del PNV para combatir al levantamiento militar liderado por Francisco Franco. Primeramente luchó en el Batallón Loiola, y después se pasó a uno de los batallones de la facción Jagi-Jagi, y que se denominaba Lenago il. Fue nombrado capitán con 21 años, solía decir que era el más joven entre los soldados que llevaban estrellas. Por algo sería. Después de la toma de Gipuzkoa, combatió en Bizkaia: en Gorbea, en Oitz, en Gernika y en Bilbao. Fue capturado por las tropas italianas en agosto de 1937 y encarcelado en la prisión de El Dueso, en Santoña (Cantabria). Fue condenado a cadena perpetua “por su adhesión a la rebelión". Al cabo de un año, fue trasladado a la cárcel de Puerto de Santa María, en Andalucía. Pasó dos años en el mencionado penal. Tras finalizar la guerra, su caso fue revisado y fue puesto en libertad en agosto de 1940. Comienza a trabajar de nuevo en Talleres Aduna. Uno de sus hermanos murió en el frente y otro resultó herido y permaneció muchos años en el exilio.
En 1946 fue encarcelado en el penal de Ondarreta por repartir documentos. En 1948 se casa con Ramona Zabala, oriunda del caserío Garagarza de Aduna, y establecen su residencia en Villabona. Tuvieron dos hijos. El mismo año en el que contrajo matrimonio, colocó la ikurriña en Uzturre con dos amigos. Se jubila con 66 años y fallece el día San Martín del año 1993 en Villabona.
Testimonios de la guerra en versos
Se inicia en el bertsolarismo con ocho años. Empieza a escribir versos siendo muy joven, una muestra de ello son unos versos escritos por “Tximela” con 15 años. Antes de la guerra ya había cantado y escrito muchas estrofas. Sin embargo, la cárcel fue su escuela de bertsolarismo. Durante su reclusión, el tolosarra comenzó a narrar los sucesos y las miserias de la cárcel mediante versos. Muchos de ellos los escrbió en El Dueso. Temas no le faltaban: el hambre, las torturas, las enfermedades, la injusticia, la nostalgia, los fusilamientos, la muerte... Sacaba los versos por partes mediante sus familiares. “Tximela” fue un testigo y un cronista excepcional y gracias a él disponemos de mucha infomación sobre aquella época.
Tras su puesta en libertad, Rezola siguió cantando y escribiendo estrofas. En aquella época era difícil publicar ese tipo de obras, ya que no había revistas en euskera y los versos escritos estaban prohibidos. Sin embargo, Rezola logró editar varios trabajos: Izaskungo ama birjinari (1949, koroatze urtea), Soroak txapela irabazi zuenean (1954), Iturriotzen egunpasa (1964), Basarri jaunari (1965), etc. Posteriormente, publicó sus obras en Zeruko Argia, Goiz Argi y Principe de Viana.
El tolosarra Antonio Zabala publica en 1989 una colección de versos de Rezola en la serie Auspoa que él mismo dirige. La obra mencionada se editó en dos tomos bajo el título “Bakardadeko ametsak”. Ya que, según alegó Zabala, en la época de Franco no era posible la publicación de versos sobre la cárcel. Esta obra recopila los versos escritos que el propio Rezola y sus dos hijos entregaron a Zabala por orden cronológico. Se trata de una colección completa, una especie de biografía en la cual se tratan numerosos temas: la infancia, la familia, la guerra, la cárcel, Tolosa, diversos personajes... Entre otros, por ejemplo, podemos encontrar las letras de Pintxana, escritas en el bar Zumeta el día de Jueves Gordo de 1994, en una cena amenizada con la música de Antxon de Pedro. En 1994, Rezola fue homenajeado en San Sebastián en el Bertsolari Eguna (Día del Bertsolari).
Joseba Tapia pone voz a los versos de ‘Tximela’
En noviembre del año pasado Joseba Tapia grabó el disco “Tximela kapitainaren izarrak” basándose en los versos y poemas escritos por Luis Rezola. No es la primera vez que se graban los versos de Rezola. Previamente, el veterano grupo de folk Oskorri ya compuso dos canciones con los versos del tolosarra en su disco “The Pub Ibiltaria”. Tapia descubrió los mencionados versos gracias a la serie Auspoa. Le gustaron especialmente los escritos en la cárcel de El Dueso. Escogió dieciocho, les puso música y los grabó. En esta ocasión, en vez optar por la trikitixa, se decantó por la guitarra, pensando que ese instrumento le ayudaría a plasmar la sensación de oscuridad, frío, humedad, soledad, miedo... Según Tapia, Rezola tenía una motivación importante para hacer unos versos tan modernos para aquella época, una urgencia que le aportó una especie de libertad. Por otro lado, la necesidad de legar a posteriores generaciones un relato fiel de los acontecimientos, activó asimismo su creatividad desde un punto de vista formal. El próximo viernes Tapia presentará su nuevo disco en Tolosa, en Topic.